CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA PERSONALIDAD
INTRODUCCIÓN
En el presente ensayo argumentativo se abordarán temas relacionados a la construcción
social de la personalidad. La personalidad es un constructo complejo y multidimensional que ha
sido objeto de estudio en diferentes disciplinas como la psicología, la sociología, la antropología
y la filosofía. La construcción social de la personalidad se refiere a la forma en que los procesos
sociales, culturales y políticos influyen en la formación y desarrollo de la personalidad de los
individuos.
La cultura es un conjunto de valores, normas, creencias y prácticas compartidas por un
grupo de individuos. La cultura influye en la forma en que las personas perciben y actúan en el
mundo. Desde la perspectiva de la psicología cultural, se entiende que la personalidad es un
producto de la cultura. En este sentido, la cultura influye en la forma en que las personas
construyen su identidad, personas expresan sus emociones y en cómo se adaptan a situaciones
estresantes y en cómo se relacionan con los demás. en que las personas expresan sus emociones y
en cómo se adaptan a situaciones estresantes.
En este ensayo argumentativo, se abordará este tema desde diferentes perspectivas y se
analizará la influencia de factores como la cultura, la educación, la familia y el género en la
construcción social de la personalidad y se analizarán las implicaciones de esta relación en la vida
de las personas.
DESARROLLO
La personalidad se refiere a las características únicas y estables que definen a una persona
y que influyen en su forma de pensar, sentir y comportarse. Estas características no son innatas,
sino que son adquiridas y moldeadas a través de las experiencias, interacciones y aprendizajes
que se adquieren a lo largo de la vida. Por lo tanto, la cultura tiene un papel fundamental en la
formación de la personalidad de cada individuo.
En primer lugar, la cultura proporciona un conjunto de valores y normas que se transmiten
de generación en generación, lo que influye en la forma en que los individuos interactúan con su
entorno. Estas normas pueden variar dependiendo del contexto cultural, pero tienen en común el
hecho de que establecen ciertas expectativas sobre cómo se deben comportar las personas en un
determinado entorno social. Por ejemplo, en algunas culturas se valora la cooperación y el trabajo
en equipo, mientras que en otras se enfatiza la individualidad y la competitividad. Estos valores y
normas influyen en la forma en que las personas interactúan con los demás, lo que a su vez
moldea su personalidad.
En segundo lugar, la cultura proporciona un conjunto de experiencias que influyen en la
forma en que las personas perciben el mundo. Cada cultura tiene su propia forma de ver el
mundo, y esta visión se transmite a través de las experiencias cotidianas, las historias, la música,
el arte, y otras formas de expresión cultural. Estas experiencias pueden moldear la forma en que
las personas piensan y sienten, lo que a su vez influye en su personalidad.
En tercer lugar, la cultura proporciona un conjunto de habilidades y conocimientos que
son esenciales para la vida en sociedad. Estas habilidades y conocimientos se adquieren a través
de la educación, la familia, y otros entornos culturales. Por ejemplo, el aprendizaje de idiomas,
las habilidades sociales, y las normas de etiqueta son fundamentales para la interacción social en
muchas culturas. Estas habilidades y conocimientos influyen en la forma en que las personas se
comportan en sociedad y en su personalidad.
La cultura y la personalidad están estrechamente relacionadas, ya que la cultura influye en
la forma en que las personas piensan, sienten y se comportan. La personalidad se forma a través
de las interacciones y aprendizajes que se adquieren a lo largo de la vida, y la cultura proporciona
el contexto en el que estas interacciones y aprendizajes tienen lugar. Por lo tanto, es importante
tener en cuenta el papel de la cultura en la formación de la personalidad de cada individuo, y
valorar la diversidad cultural como una riqueza que enriquece la vida de las personas.
Educación y Personalidad:
La educación es otro factor importante en la construcción social de la personalidad. La
educación no solo transmite conocimientos y habilidades, sino que también influye en la forma
en que los individuos construyen su identidad y se relacionan con los demás. La educación puede
fomentar la individualidad y la creatividad o puede fomentar la conformidad y la obediencia.
Además, la educación también puede influir en la forma en que las personas perciben el mundo y
en cómo se adaptan a diferentes situaciones.
Familia y Personalidad:
La familia es el primer entorno social en el que los niños se desarrollan y forman su
personalidad. La familia influye en la forma en que los niños aprenden a relacionarse con los
demás y en cómo desarrollan su autoestima y autoconcepto. La forma en que los padres educan a
sus hijos, la comunicación entre los miembros de la familia y la dinámica familiar en general
influyen en el desarrollo de la personalidad. La familia también puede transmitir valores
culturales y creencias religiosas que influyen en la formación de la personalidad.
Género y Personalidad:
El género es otro factor que influye en la construcción social de la personalidad. Desde la
perspectiva de la teoría social del género, se entiende que el género es un constructo social que se
aprende y se construye a través de la socialización y la cultura. La forma en que se espera que los
hombres y las mujeres se comporten, los roles y estereotipos de género y las expectativas sociales
influyen en la forma en que los individuos construyen su identidad de género y su personalidad.
Influencia de las interacciones sociales:
Las interacciones sociales desempeñan un papel fundamental en la formación de la
personalidad. Según George Herbert Mead, destacado sociólogo y filósofo, la interacción con
otros individuos es esencial para el desarrollo del yo. A través de la comunicación y la
interpretación de los gestos y símbolos sociales, internalizamos las expectativas y normas de
nuestra cultura. Por ejemplo, en un estudio realizado por Albert Bandura, se demostró que la
observación de modelos de comportamiento en entornos sociales puede influir en la adquisición
de nuevas habilidades y comportamientos.
Papel de las normas culturales:
Las normas culturales y los valores compartidos también tienen un impacto significativo
en la construcción de la personalidad. Erving Goffman, sociólogo canadiense, argumenta que
actuamos en función de las expectativas sociales y desempeñamos diferentes roles según el
contexto en el que nos encontremos. Esto implica que nuestras personalidades son adaptativas y
se ajustan a las normas y expectativas de nuestra sociedad. Sin embargo, algunos críticos, como
Michel Foucault, señalan que estas normas también pueden ser opresivas y limitar la libertad
individual.
Procesos de socialización:
La socialización desempeña un papel clave en la construcción de la personalidad desde la
infancia. Autores como Jean Piaget y Lev Vygotsky han destacado la importancia de la
socialización en el desarrollo cognitivo y emocional de los individuos. Durante la socialización,
aprendemos a internalizar las normas, valores y roles de nuestra sociedad a través de la
educación, la familia, los grupos de pares y los medios de comunicación. Por ejemplo, la teoría
del aprendizaje social de Bandura sostiene que el comportamiento se adquiere mediante la
observación de modelos y la imitación de su conducta.
Críticas y perspectivas alternativas:
A pesar de la importancia de la construcción social de la personalidad, existen críticas y
perspectivas alternativas. Algunos enfoques psicológicos, como el conductismo, enfatizan más
los aspectos biológicos y de condicionamiento en la formación de la personalidad. Otros, como el
psicoanálisis de Sigmund Freud, argumentan que los procesos inconscientes y la historia personal
también influyen en la construcción de la personalidad.
Para hablar de la construcción de la personalidad, en primer lugar, se puede citar a George
Herbert Mead, quien sostiene que la personalidad es el resultado de la interacción social. Según
Mead, los individuos desarrollan su sentido de sí mismos y su personalidad a través de la
interacción con los demás en la sociedad. En otras palabras, la personalidad no es algo que se
tiene desde el nacimiento, sino que se adquiere a través de la socialización y la interacción social.
Esta idea es especialmente relevante en la actualidad, donde las interacciones sociales se han
vuelto más complejas y diversas debido al aumento de la globalización y la tecnología.
Por otro lado, Erving Goffman, en su libro "La presentación de la persona en la vida
cotidiana", afirma que la personalidad es algo que se representa y se construye constantemente en
la vida cotidiana. Según él, cada individuo actúa como si estuviera en un escenario y se presenta a
sí mismo de una manera específica, dependiendo del contexto social en el que se encuentre. Esta
perspectiva es relevante en la actualidad, donde la tecnología y las redes sociales han ampliado la
audiencia de las personas y su capacidad de construir y presentar diferentes versiones de sí
mismos en diferentes contextos sociales.
Otro autor relevante es Michel Foucault, quien sostiene que la personalidad es una
construcción social que se utiliza para controlar y disciplinar a los individuos. Según Foucault, el
poder no solo está en manos de las instituciones y las leyes, sino que también se encuentra en las
normas y los valores culturales que rigen nuestra sociedad. Esto es especialmente relevante en la
actualidad, donde la influencia de los medios de comunicación y la publicidad puede ejercer un
gran poder en la construcción de la personalidad de los individuos y en sus elecciones y
decisiones.
Finalmente, Carol Dweck, en su libro "Mindset: la actitud mental para el éxito", sostiene
que la personalidad no es algo fijo e inmutable, sino que puede ser moldeada a través del esfuerzo
y la determinación. Según Dweck, las personas que tienen una mentalidad de crecimiento tienen
más éxito en la vida que las personas que tienen una mentalidad fija, ya que ven los desafíos
como oportunidades de aprendizaje y crecimiento. Esta idea es especialmente relevante en la
actualidad, donde la educación y el desarrollo personal son cada vez más importantes en una
economía globalizada y altamente competitiva.
CONCLUSIÓN
En definitiva, el ensayo argumentativo ha explorado y analizado el concepto de la
construcción social de la personalidad. A lo largo del texto, se ha demostrado cómo las
interacciones sociales, las normas culturales y los procesos de socialización desempeñan un papel
crucial en la formación y el desarrollo de la personalidad de un individuo.
La personalidad no es un rasgo fijo e inmutable, sino más bien un proceso en constante
evolución y transformación. A través de la interacción con los demás y la internalización de las
normas y valores de la sociedad en la que vivimos, construimos nuestra identidad y desarrollamos
una serie de características y comportamientos que nos distinguen como individuos.
Es importante tener en cuenta que la construcción social de la personalidad no significa
que carezcamos de agencia o libre albedrío. Si bien estamos influenciados por nuestro entorno
social, también tenemos la capacidad de reflexionar, cuestionar y desafiar las normas
establecidas. La sociedad nos proporciona un marco de referencia, pero nosotros, como
individuos, tenemos la capacidad de decidir cómo nos relacionamos con ese marco y cómo nos
definimos a nosotros mismos.
Comprender la construcción social de la personalidad nos invita a reflexionar sobre las
múltiples influencias que nos moldean como seres humanos. Nos hace conscientes de la
importancia de fomentar entornos sociales inclusivos y respetuosos, que permitan a las personas
desarrollar su personalidad de manera auténtica y libre de prejuicios.
A lo largo de este ensayo argumentativo, hemos examinado diversas perspectivas y
opiniones de expertos en el tema.
La evidencia respalda la idea de que nuestras interacciones con otros individuos y grupos
sociales nos moldean y nos proporcionan los marcos de referencia necesarios para desarrollar
nuestra personalidad. La teoría de Mead resalta cómo nuestras interacciones sociales nos
permiten adquirir un sentido de nosotros mismos y de los demás, así como la capacidad de asumir
diferentes roles sociales. Del mismo modo, Mead enfatiza la importancia de la cultura y las
normas sociales en la configuración de nuestra personalidad, destacando cómo nuestras creencias
y comportamientos son influenciados por el entorno cultural en el que nos encontramos inmersos.
La socialización, a lo largo de las diferentes etapas de nuestra vida, desempeña un papel
crucial en la construcción de la personalidad. A medida que somos expuestos a diferentes
contextos y grupos sociales, internalizamos sus valores, normas y creencias, lo que influye en
cómo nos percibimos a nosotros mismos y cómo nos relacionamos con los demás. Esto resalta la
importancia de un entorno social favorable y equitativo, donde se promueva la diversidad y se
respeten las diferencias individuales.
Si bien existen críticas y perspectivas alternativas que enfatizan la importancia de factores
biológicos o individuales en la formación de la personalidad, es innegable que el entorno social
desempeña un papel significativo en nuestra identidad. Reconocer y comprender la construcción
social de la personalidad nos invita a reflexionar sobre las normas y expectativas sociales,
desafiando aquellas que puedan limitar la autenticidad y el desarrollo individual. La construcción
social de la personalidad destaca la importancia de las interacciones sociales, las normas
culturales y los procesos de socialización en el desarrollo de nuestra identidad como lo
manifiestan varios autores.
En última instancia, reconocer la naturaleza social de la personalidad nos desafía a
cuestionar las ideas tradicionales de "normalidad" y a promover la diversidad y la aceptación de
la variedad de expresiones individuales. Al hacerlo, podemos construir una sociedad más
equitativa y comprensiva, donde cada individuo tenga la oportunidad de florecer y desarrollarse
plenamente.
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